Un breve comentario

Bienvenidos a esta mi página en blanco, donde encontrarás varias de mis creaciones.
Si quisieras publicar uno de mis escritos en alguna página, puedes consultármelo a través de un comentario o por correo electrónico.
Son bienvenidas críticas, comentarios y sugerencias para que este espacio sea agradable.
¡Espero que tu visita sea grata!

"[...]Sobre mi frente he de sentir el beso que me haría desear morir antes de perderlo."
Mary Elizabeth Coleridge



sábado, 10 de enero de 2015

LA NOTA


Miriam Saucedo
13 de Abril
“Esta es la primera vez que tomo papel y pluma después de mucho tiempo, sólo lo hago, por la necesidad de contarle a alguien, a cualquier persona que sea afortunada o desafortunada al encontrar esta nota, el extraño e incomprensible suceso que marcó mi vida un viernes de…  no sé cuál era el mes, sería por enero o marzo del presente año, hay cosas que aún no me quedan muy claras, espero que, quien encuentre esto sea capaz de descifrar qué fue lo que me pasó, porque yo no lo soy, mi mente está débil y creo que me observan, sí, estoy seguro de que me observan.
Comenzaré mi historia con una noche de trabajo, el cual no era tan difícil, cualquiera podía hacerlo, pero no cualquiera podría ser tan sigiloso como yo, mi trabajo aquella despejada noche consistía en recoger una mercancía ‘verde’ y dejar unos pedacitos en la plaza, nada complicado, lo complicado era quitar las manchas de la caja, pero para eso estaban los niños que hacían cualquier clase de trabajo por una buena comida y ropa de buena calidad.
En la radio sonaba la historia musicalizada de mi antiguo jefe, esa que todos sabíamos de memoria, pero no le prestaba mucha atención, estaba pensando entre otras cosas, en el día que decidí dejar de asistir a la preparatoria, era un muchacho listo, tenía buenas calificaciones pero lo que no tenía era dinero para seguir estudiando, una cosa llevo a otra y al final terminé en aquel trabajo que aún y cuando no era tan tranquilo como uno de oficina, me hacía ganar más del triple que un hombre detrás de un escritorio. Luego mis pensamientos giraron al momento en que me llevé aquella bella jovencita de un pueblo en el que estuve trabajando unos días, era una chica encantadora, aunque dejé de saber cuando hacía las cosas por amabilidad y cuando por miedo, ella fue la mejor de las mujeres que tuve en mi posesión, fue una lástima que intentase escapar, si no lo hubiese intentado, quizá seguiría con vida.
Encendí un cigarro de tabaco, como queriendo que todo aquello se lo llevase entre piruetas y extrañas formas mortíferas aquel humo blanco. Mis pensamientos cambiaron de dirección, ahora observaba la noche a través del parabrisas, era una noche estrellada, sin luna y silenciosa, la carretera  estaba vacía tal como se había acordado, para que todo fuese más rápido, sin testigos.
De pronto, el sonido del silencio martilleó mis oídos, mi camioneta se apagó por completo, la oscuridad me tragó, ninguno de mis aparatos electrónicos funcionaba, el frío comenzaba a filtrarse, era un frío que calaba hasta los huesos, podía ver el vaho de mi aliento.
Estaba incomunicado, en medio de la nada, más o menos a una hora de distancia de mi destino, pronto comencé a desesperarme, pero, creí que mi suerte cambiaba cuando vi unas luces a lo lejos, ‘estoy salvado’ me dije a mi mismo, salí de mi camioneta para intentar detener aquel auto que venía hacia a mí, pero, de pronto, las luces se elevaron y brillaron con mayor intensidad. Con dificultad, entre la luz, distinguí unas figuras alargadas, pero no sabría decir si tenían un parentesco con algún ser para mí, conocido. Me sentí intimidado y con miedo, por lo que, con rapidez saqué mi arma de la camioneta y abrí fuego contra esas cosas.
Antes que el cartucho quedara vacío, dejé de sentir el suelo bajo mis pies y fui succionado por aquella terrible luz quimérica; olía mal, quizá más que ácido sulfúrico, quemaba mi nariz, creí que iba a asfixiarme, pero no fue así. Luego, dejé tener esa sensación de flotar y asfixio, para ser sustituida por algo que se sentía como helado metal en contacto con la piel desnuda. Pronto, sentí como abrían mi estómago, la calidez de la sangre y el viscoso tacto de aquel que me cortaba, quería gritar, pero, la sangre brotaba por mi boca, causándome una sensación de ahogo. Tenía miedo, no como aquel que se le tiene a la oscuridad, sino, verdadero miedo, aquel que te hace sentir la mano de la muerte en el hombro.
Lo último que vi previo a perder el conocimiento fueron esos verdosos ojos inyectados de líquido negro.
Pasó mucho tiempo antes de que despertara y cuando lo hice, estaba en una habitación blanca, conectado a no sé qué aparatos y a un líquido transparente. Cuando pregunté a aquel hombre de blanco, porqué estaba allí, me respondió que me encontraron tirado en una calle con un caso de sobredosis, según él de polvo, pero aunque mi trabajo estuviese mezclado con aquello, nunca ingerí nada del producto.
Luego de unos días en el hospital, comprendí que no estaba en una ciudad conocida, de hecho me encontraba en otro país, hablaban un idioma distinto del mío, pero, por alguna razón yo lo entendía… Entendía esos vocablos y aquellos garabatos en la pared, cómo lo supe, fue por los garabatos y el hecho de que nadie conocía el lugar en el que yo me encontraba antes, sugerían que mis facultades mentales habían sido afectadas ya que yo, no pude haber estado en aquel país emergente debido a que, según ellos, nací, crecí y aparentemente moriré aquí, cuando me dijeron eso, me sentí peor que perdido, era como estar en otra dimensión con una realidad diferente, donde la gente es sustraída de sus autos y abandonada en un lugar desconocido.
Aún sigo en el hospital, quieren tenerme en ‘observación’, un psiquiatra viene todos los días a hacer preguntas y anotar en su libretita para al final darme pastillas que me duermen, hoy no he tomado dichas pastillas, las oculté bajo mi almohada, todo, para poder escribir esto, sin quedarme dormido.
Además de esos médicos que me vigilan día y noche, siento que ellos, los seres que me dejaron aquí, me observan, saben todo sobre mí, lo que pienso, digo y hago, tengo la sensación de que vendrán por mí y esta vez me hará desaparecer para siempre. Es como sentir que la muerte se acerca.
Lo que en realidad quiero es, que sean conscientes del peligro en el cual se encuentra nuestra espe…”

-¿Entonces ahí termina la nota?- Preguntó el doctor asignado a aquel paciente desaparecido.

-Así es, no hay nada más. ¿No le parece increíble el hecho de que haya desaparecido sin dejar un rastro ni aparecer en los vídeos de las cámaras?  Su habitación está en un cuarto piso  y sin ventanas, creo que es un caso escalofriante, ¿No cree doctor?- dijo la mujer de blanco, pero, aquel medico que antes había estado frente a ella, ya no lo era más, ahora unos ojos verdes inyectados de negro líquido se clavaban en los de ella, lo último que pudo escucharse en aquella habitación, fue un estremecedor grito.                                                                                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario